¿Qué hacemos cuando practicamos yoga? ¿Qué es verdaderamente el yoga? ¿Cuáles son sus fronteras? ¿Realmente estamos practicando yoga?
El yoga que practicamos es mayoritariamente Hatha Yoga o, mejor dicho, una versión muy evolucionada del Hatha Yoga tradicional, que ha sido transformado a través de cada maestro y también a través de las demandas del mercado y la cultura del momento.
Actualmente, tantas son las variantes y propuestas de yoga que una ya no sabe a qué se refiere aquel que dice que está recibiendo clases de yoga. Quizás estará practicando posturas, estará siendo adiestrado en alguna forma de respiración consciente, quizás practique algo de meditación, o de técnicas preparatorias a la meditación, y a lo mejor estará practicando la relajación consciente. Algo así. Lo que practicamos en los estudios de yoga occidentales (y en la mayoría de los de India también) en este inicio del siglo XXI ya poco tiene que ver con las bases tradicionales del yoga. Pero es que cuando el famosísimo B.K.S. Iyengar trajo la práctica de yoga a Europa y desde ahí a E.U.A. (afianzando la puerta abierta que dejó Vivekananda 60 años antes) tampoco era eso ya Yoga tradicional, aunque tuviera una pátina de exótica tradición. Porque el yoga lleva siglos de evolución y mezclas. Lo que llamamos Yoga es, en realidad, una fusión de técnicas de orígenes tan alejados entre sí como lo son los países escandinavos de India. En efecto, entre otras aportaciones a la mezcolanza yóguica, la gimnasia sueca influyó en la incorporación de ejercicios físicos a una tradición que era eminentemente mental.
Actualmente, yoga es especialmente bienestar. La mayoría de los enfoques enfatizan los beneficios en torno a la salud del practicante. Así, mientras la práctica de yoga tradicional enfatizaba la comodidad y la estabilidad de las posturas para promover la misma estabilidad en el ámbito mental, ahora la práctica se ha vuelto dinámica, fisioterapéutica, gimnástica.
Todo lo dicho no pretende ser una crítica a la situación actual del yoga. El yoga puede ser cualquier cosa que cada uno quiera. Ese es su poder. Pero es cierto que su potencial sigue estando en la liberación del yugo de la mente. Y olvidar ese elemento es abandonar su riqueza.
Siempre creí, desde mis comienzos como aprendiz, que practicar yoga al modo tradicional no estaba a mi alcance porque no he heredado la tradición directamente y porque nunca estuve disponible para el sacrificio que implica la práctica en este sentido. La versión más ascética no resonó nunca en mí. Puedo valorarla, pero creo que es un acto necesario de humildad asumir que no está al alcance de la mayoría de buscadores, sean estos occidentales u orientales. Y que en muchas ocasiones se transmite un yoga vestido de tradición que es una suerte de extraña mezcla de una filosofía que a menudo se conoce superficialmente, de una serie de supersticiones, ritos y costumbres, de técnicas que habría que practicar con mayor rigor y preparación, y de una imagen estereotipada que busca la estética (y, en muchos casos, la sexualización) y el mensaje fácil, supuestamente espiritual. Muchas veces me ha venido a la mente la imagen curiosa de un yogi tradicional mirándonos a nosotros, occidentales entregados a la esterilla, intentando adivinar qué estamos realmente haciendo (aunque bien es cierto que este yogi imaginario seguramente sencillamente sonreiría y se marcharía en paz).
Entonces, si bien el enfoque ascético no ha llegado a mí, sí en cambio la práctica ha florecido como una forma de sensibilización que provoca el descanso de la atención en los sentidos y la liberación del pensamiento, para facilitar lo que llamo el estado-puerta, de una forma bella y profunda. De algún modo, hay algo de la tradición liberadora, emancipadora y conscienciadora del yoga que se ha revelado en mí. La práctica del yogi ascético tradicional promete el despertar. Nunca sabré por propia experiencia si esto es cierto. Mi opción es la vía no-dual que, a diferencia del yoga traidicional, acompaña directamente la atención a su fuente para que podamos despertar a la realidad de nuestra verdadera naturaleza. El yoga, como práctica corporal, no es para mí el método que lo logrará, pero sigue siendo la mejor forma de hacerme disponible a la revelación de la naturaleza de paz y dicha que soy.
Sant Cugat, 13 de junio de 2024.
Te invito a ver este interesante video donde Raquel Fernández (profesora de filosofía oriental en la UNED y autora de varios libros sobre Yoga) y Mark Singleton (historiador del Yoga, célebre por su libro El Cuerpo del Yoga) charlan sobre la evolución del Yoga.
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Molt interessant el teu article i també el video. Tot un món per descubrir.