Se me hace difícil tratar un conocimiento como el del Eneagrama sin tener la sensación de estar profanando un templo sagrado. Aparece en mí un cierto pudor a la hora de divulgar esta herramienta tan valiosa, eficaz y profunda porque, como sucede con el Yoga y el autoconocimiento en general, la democratización de este saber tan preciado ha conllevado inevitablemente una cierta banalización.
Sin embargo, dada la riqueza de esta enseñanza, creo que podemos asumir el riesgo para facilitar una transformación que va, no solamente a darnos claridad sobre nuestra vida y la de nuestros allegados, sino que va a transformar nuestra existencia como nunca antes habíamos experimentado.
Si has oído hablar o leído algo acerca del Eneagrama, asegúrate de que no haya sido a través de una fuente poco rigurosa que haya frivolizado la enseñanza y, si es el caso, deja de lado todos tus prejuicios. Igual que el arte, también sagrado, de la verdadera astrología poco tiene que ver con la trivialidad del horóscopo de las últimas páginas de las revistas, tampoco el verdadero Eneagrama del carácter puede responder a ese juego de personalidades simplonas que empieza a circular por doquier.
El Eneagrama es un sistema que expone las nueve formas que adopta el ego. Por tanto, por un lado, partimos de la base de que toda persona tiene un ego en oposición a “algo” que es en esencia y, por otro lado, estamos asumiendo aquí que las formas de ese ego son exactamente 9 (aunque más adelante veremos que cada una de esas formas tiene 3 subtipos diferentes). Esto es importante porque en ocasiones vamos demasiado de prisa a “encontrar nuestro número” como para ubicarnos, para colocarnos en una especie de lugar de certidumbre, como si se tratara del horóscopo, como cuando uno dice “Soy cáncer” porque nació a finales de junio y eso pudiera explicarlo todo. Antes de aterrizar en un número, tenemos la oportunidad de tomar consciencia de algo revolucionario: que eso que llamo “yo” tiene un patrón que comparten otros. Que no soy tan especial ni único. Que eso que creo ser es una especie de máscara dominante, una sola entre 9 opciones disponibles.
Solamente este dato ya es transformador, si se toma con la merecida seriedad. Eso que creo ser es meramente una careta y lo que soy queda, vamos a decir, detrás de ella.
El Eneagrama original ha ido incorporando conocimientos desde el campo de la psicología, la psiquiatría, la bioenergética, la terapia humanista y la espiritualidad. Según el origen de aquellos que han escrito o divulgado el Eneagrama, el énfasis en la explicación de cada eneatipo y el trabajo sobre cada uno de ellos gravita más en ciertos aspectos u en otros.
Para realizar una primero aproximación a cada uno de los eneatipos, a modo de resumen, podemos hablar de las diferentes máscaras del ego según la herida esencial a la que hayan hecho frente en sus primeros años de vida, lo que va a definir las características de cada eneatipo. He aquí un brevísmo resumen:
Eneatipo 1 - “El Perfeccionista o Reformador”: Su herida central puede ser la sensación de defecto o imperfección, lo que lleva a una búsqueda constante de corrección y perfección tanto en sí mismos como en su entorno.
Eneatipo 2 - “El Ayudador o el Dador”: Su herida central puede ser la sensación de falta de amor o de no ser digno de amor, lo que lleva a una búsqueda compulsiva de ser necesitado y valorado por los demás.
Eneatipo 3 - “El Triunfador o Realizador”: Su herida central puede ser la sensación de falta de autenticidad o de no ser suficiente tal como son, lo que lleva a una búsqueda constante de reconocimiento y éxito externo para validar su valía.
Eneatipo 4 - “El Individualista o Romántico”: Su herida central puede ser la sensación de falta de identidad o de no pertenecer, lo que lleva a una búsqueda profunda de autenticidad y significado personal.
Eneatipo 5 - “El Observador o Pensador”: Su herida central puede ser la sensación de falta de seguridad o de no tener suficiente conocimiento para enfrentar el mundo, lo que lleva a una búsqueda de comprensión y protección a través del conocimiento y la distancia emocional.
Eneatipo 6 - “El Leal o Escéptico”: Su herida central puede ser la sensación de falta de seguridad o de no poder confiar en sí mismos o en los demás, lo que lleva a una búsqueda constante de seguridad y apoyo externo.
Eneatipo 7 - “El Entusiasta o Epicúreo”: Su herida central puede ser la sensación de falta de satisfacción o de sentirse atrapado en el dolor emocional, lo que lleva a una búsqueda constante de experiencias placenteras y evitación del sufrimiento.
Eneatipo 8 - “El Desafiante o Protector”: Su herida central puede ser la sensación de falta de poder o de ser vulnerable ante la injusticia o el control de los demás, lo que lleva a una búsqueda de poder y control para protegerse a sí mismos y a los demás.
Eneatipo 9 - “El Pacificador o Mediador”: Su herida central puede ser la sensación de falta de conexión o de separación de los demás, lo que lleva a una búsqueda de armonía y fusión para evitar el conflicto y mantener la paz.
¿Con cuál de ellos te sientes más identificado?
Sant Cugat del Vallès, abril 2024.
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