En una comida con amigos, alguien me preguntó a qué me dedicaba profesionalmente y, cuando hablé de psicoterapia y autoconocimiento, en seguida se supuso que mi tarea era acompañar a personas que tenían problemas de depresión o similar. Patologías o problemas que mi interlocutor creía que le son ajenas. Esta es la situación más común con la que suelo encontrarme. La mayoría de gente considera que el ámbito terapéutico es útil solo para aquellos estados donde el sufrimiento es intolerable, y no toma consciencia de que su forma de sufrimiento es crónica y conduce silenciosamente los hilos de su vida. ¿No habéis estado nunca delante de alguien que cree estar cuerdo a la vez que vosotros veíais claramente su locura? Esto suele ocurrirnos a todos, los unos con los otros, constantemente. Porque esta especie de locura que nos es común tiene la particularidad de ser siempre una reproducción inconsciente de patrones automáticos. Lo que la define y la perpetúa es el hecho de ser inconsciente. Ningún loco sabe que lo está. Nosotros tampoco. Este modo inconsciente de operar implica que vivamos creyendo que esta manera mía de vivir es la adecuada o la inevitable. Es el gran mantra del "Yo soy así" al que, en muchos casos, le sigue un "y me encanta". De hecho, el ego es siempre inconsciente e, incluso en aquellos que tienen mala auto imagen, también es un enamorado de sí mismo. El primer despertar llega cuando nos damos cuenta de que, en realidad, aquello que creemos ser es una estructura automática e inconsciente que nos viene dada. Que nada tiene que ver con elecciones propias y que nace de la necesidad egoica de creernos mejores, de creernos a salvo de los demás y de decidir cuál es el siguiente paso en nuestra vida. Como si eso fuera posible.
El Autoconocimiento no es para mí
Actualizado: 2 abr
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